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"La grieta", instalación de la artista colombiana Doris Salcedo.

jueves, 6 de octubre de 2016

VEINTITRÉS


    Mientras se consumía en el hervor silencioso de su propio odio, tuvo una brusca revelación: ¿y si él no era el único damnificado? Tal vez las metamorfosis –fuesen espontáneas o inducidas- se estaban produciendo en todo el territorio de la República y, en tal caso, ¿cómo iban a enterarse las víctimas de su común desgracia si nadie decía nada por miedo al escepticismo general? Y aunque no fuera así, aunque el padecimiento fuese sólo suyo, ¿acaso esa penosa circunstancia personal y la delicada coyuntura política del país no justificaban sobradamente la necesidad de dar a conocer lo que le estaba pasando? Cierto, no resultaba sencillo hacerlo pero existía la alternativa de contarlo en forma masiva y sin correr el riesgo de exponer la cara a la posible incredulidad ajena: Internet.

    Decidió sacrificar 10 pesos en aras de la democracia y se metió en un cíber. Una vez frente a la computadora asignada, abrió un documento nuevo de Word y se puso a escribir.

    “Necesito denunciar a través de estas líneas un hecho de suma gravedad que me afecta personalmente pero que, según estimo, encierra un peligro potencial para la sociedad argentina en su conjunto. Soy un ciudadano que votó a Mauricio Macri tanto en primera vuelta como en el balotaje. Lo hice en el convencimiento de que es la única opción para que el país salga del empantanamiento económico y ético al que lo han condenado tantos años de populismo corrupto. Hasta ayer, yo llevaba adelante una vida normal, apoyando al nuevo gobierno con la alegría y la esperanza que sus medidas generan. Pero ayer ocurrió algo tremendo: me robaron la identidad. Desperté encerrado en el cuerpo de otra persona, más concretamente en el cuerpo de un militante kirchnerista, y ahora estoy obligado a vivir su vida, con todo lo que ello implica. Las características que rodean este extraño suceso me llevan a sospechar seriamente que se trata de una maniobra orquestada y ejecutada por sectores opositores que, con la artera pretensión de restarle apoyo popular al auspicioso proceso de cambio iniciado por el presidente Macri, parecen empeñados en continuar con prácticas perversas propias del pasado reciente. Espero que mi testimonio contribuya al esclarecimiento de esta aberrante situación o, al menos, a provocar en la ciudadanía la necesaria toma de conciencia al respecto. Y por supuesto, si alguien conoce el antídoto, le ruego que por favor lo haga público por el bien de todos”.

    Agregó su nombre y número de documento, revisó lo escrito, hizo un par de correcciones y lo publicó en los foros de Clarín, La Nación y en el de varios programas de TN, Canal 13 y Radio Mitre. 

    Ahora sólo restaba esperar que el compromiso cívico de la parte sana de la sociedad argentina hiciera su trabajo. No pedía demasiado; apenas el mínimo esfuerzo de tomarse diez segundos para contribuir a que su denuncia circulara. El mismo esfuerzo, al fin y al cabo, que él se había tomado oportunamente para difundir aquel valiente artículo del diario alemán Berliner Tageblatt sobre el desastre K o aquella elocuente “Carta de un montonero arrepentido” que tanto lo había impactado. Estaba convencido: era imprescindible desenmascarar las mentiras del populismo oponiéndoles la Verdad.  

 

CONUINUARÁ

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