Justo cuando estaba por vomitar la
historia de su metamorfosis, se dio cuenta: si Luján no tenía nada que ver con el
asunto, no le iba a creer una palabra; si por el contrario estaba involucrada, seguramente
lo negaría todo. A último momento, entonces, desistió de mencionar
el tema del robo de identidad y perpetró su desahogo prescindiendo de detalles
anecdóticos.
-¿Vos querés saber qué me pasa?
Bueno, pasa que estoy recontraremilpodrido del kirchnerismo, de Cristina, de La
Cámpora, y de toda esa manga de corruptos y mafiosos que se llenaron los
bolsillos a costa nuestra. Pero, ¿sabés qué?, más podrido me tienen todos los
militantes pelotudos que todavía no se avivaron de que les estuvieron mintiendo
durante doce años. ¡Quiero salirme de toda esta mierda y recuperar mi vida, eso
me pasa!
Luján lo miró con la misma
incredulidad con la que hubiese contemplado la irrupción de un barco vikingo en
pleno dormitorio. Lo miró, también, con la urgencia absurda de quien aguarda una
explicación lógica que recomponga de inmediato la realidad que se está descomponiendo
ante sus ojos. A Quique no lo asustó su mirada, sino su imprevisto silencio. Sobre
todo, porque la escena le trajo el recuerdo inoportuno de un tenebroso capítulo
de “Mujeres asesinas”.
-¿Por qué no me decís de frente lo que
tenés que decirme? –reaccionó al fin ella, descolocándolo por completo.
-¿De frente? ¿Pero vos escuchaste lo
que acabo de decir?
-Escuché perfectamente. Escuché a un tipo
buscando excusas ridículas para pelear en vez de decirme la verdad de una.
-¿La verdad? ¿Qué verdad?
¡Que tenés otra mina; esa verdad! Decime,
¿vos te la estás cogiendo a la Yanina?
-¿Qué Yanina?- dijo Quique, definitivamente
confundido.
-Ah, encima me tomás el pelo. ¡La pendeja
de la verdulería, boludo! ¿Te creés que nunca vi cómo te hace caritas para
calentarte?
Consternado, Quique sintió que, una
vez más, el control de la situación se le escapaba de las manos. ¿Tan difícil
le resultaba a esa mujer concebir siquiera la posibilidad de que su marido
cambiara de ideas políticas?
-Necia como todos los K…- le soltó con
desprecio y no pudo seguir desplegando su catálogo de descalificaciones porque
Luján le revoleó el libro de Jauretche y tuvo que agacharse para no ligarlo en
plena frente.
Enfurecido, Quique recogió la ropa de
Juan Domingo que estaba en la silla y manoteó las llaves de la moto.
“Autoritaria, como todos los K”, dijo, como si arrojara una granada, y salió
del dormitorio con la firme intención de rajarse de aquella locura cuanto antes.
Sin embargo, al llegar a la cocina se acobardó. ¿Qué iba a hacer él, cerca de
la medianoche, andando solo en un barrio como ese? ¿Exponerse a que lo asaltaran o lo mataran? Se frenó bruscamente,
vacío de alternativas. Vio a los mellizos espiándolo asombrados desde el
antebaño y los mandó a dormir diciéndoles que no tenian que meterse en asuntos
de grandes. Los chicos obedecieron pero él se quedó tieso, como anclado, justo
frente al retrato de Evita. Se sintió patético.
Luján salió del dormitorio y se le
plantó con la actitud de quien necesita reabrir un debate que quedó trunco.
-Mirá –le dijo- por si llega a ser en
serio que te agarró un ataque de gorilismo, te voy a aclarar una cosa. Los ideales
están por encima de las personas que luchan por ellos. Si esas personas no
están a la altura de las circunstancias y te fallan, bueno, entonces habrá que reemplazarlas. A las personas,
no a los ideales, ¿entendés? Así que, aunque a mí me demuestren que todos los
dirigentes kirchneristas fueron un fraude, yo igual voy a seguir defendiendo
las banderas que levantamos todos estos años, ¿sabés?. Jamás me voy a unir al
enemigo.
Luján giró y caminó enérgicamente hacia
el dormitorio. Antes de entrar, dio media vuelta y gritó:
-¡Así que si tanto te gusta Lanata,
andá y miralo con la Yanina, boludo!
Después sí, se encerró en la
habitación dando un portazo.
Quique se acomodó en un sillón frente
al televisor, dispuesto a pasar una larga noche de insomnio. Una hora más tarde,
sin embargo, extenuado como estaba, se quedó dormido con la tele encendida,
mientras TN pasaba un informe sobre la pesada herencia recibida.
¿Dónde queda la verdulería de la Yani?
ResponderEliminarJa ja ja.
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