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"La grieta", instalación de la artista colombiana Doris Salcedo.

martes, 20 de septiembre de 2016

DIECIOCHO


    En medio del desayuno, Luján sacó de nuevo el tema de las boletas que había que pagar. Quique volvió a plantearle su absoluta falta de liquidez, no sólo para afrontar la luz y el gas, sino para solventar incluso sus gastos personales.

   -¿Pero cómo puede ser que ya no tengas un mango? –rezongó ella y Quique recordó con nostalgia las épocas en que él utilizaba idéntico tono de voz para reprocharle a su ex el uso desmedido que le propinaba a su extensión de la Visa Gold.

   -“La inflación es un cáncer que se va comiendo el salario del pueblo trabajador”- contestó, citando uno de los discursos que había escuchado en la plaza la tarde anterior.

   -¿Qué es salario, papi? –preguntó Cristina.
  
   -Yo le puedo pedir a mi vieja que nos ayude con las boletas –dijo Luján- pero no sé cómo vamos a hacer para tirar hasta la semana que viene.

   -Un lugar donde venden sal, boba- respondió Brian.

   Quique decidió tirarse a la pileta y sacarse la duda.

   -¿Cuándo cobramos los planes? -dijo. -Bah, los planes, o la guita de “Resistiendo con Aguante”, no sé… algo.

   -Más bobo sos vos porque sos más alto –replicó Néstor.

   Luján plasmó una mueca triste con los labios y meneó la cabeza con gravedad.

   -No estamos para chistes, Juan. Está bueno que le pongas onda al asunto pero, la verdad, todo lo que está pasando me tiene muy preocupada.

   .Vos callate, enano cara e’ Macri  –contraatacó Brian.

   No esperaba semejante respuesta. ¿Entonces, no cobraban planes? ¿Y tampoco les pagaban por escribir en contra del gobierno en Facebook? En resumidas cue tas, ¿Juan Domingo y su mujer eran kirchneristas por puro vicio?

   -Brian, cortala -terció Luján. -Agarren las mochilas que nos vamos.

   Descolocado, Quique se apuró a terminar lo que quedaba de su café con leche. Se había enfriado, tanto como sus expectativas de conseguir fondos para reactivar sus finanzas a corto plazo. “El Gobierno estudia nuevas medidas para revertir la recesión”, anunciaron en el noticiero justo antes de que Luján apagara el televisor.

   No le quedó más remedio que pedirle a ella que le diera unos pesos. Su acendrado machismo le hizo sentir un pudor inconmensurable mientras la morocha le pasaba un par de billetes. Su acendrado macrismo, en cambio, le permitió consolarse un poco. Al fin y al cabo, pensó, en términos macroeconómicos era sólo una transferencia de recursos del sector obrero a favor de la clase media.

   Había que sincerar la economía.

 

CONTINUARÁ

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