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"La grieta", instalación de la artista colombiana Doris Salcedo.

martes, 26 de julio de 2016

UNO y DOS


UNO 

    Quique Rinaldi terminó su desayuno mientras revisaba Facebook en el celular. Le puso "Me gusta" a una noticia de Clarín sobre nuevos despidos masivos en la administración pública, comentó indignado una denuncia sobre maltrato animal y compartió una frase de Mandela que hablaba de la paz. Después, urgido por la hora, levantó unas carpetas, bajó por ascensor los seis pisos que lo separaban de la cochera, se subió a su Hilux negra y se puso en marcha hacia la empresa constructora donde trabajaba como arquitecto desde hacía siete años. Sintonizó Radio Mitre y, al escuchar los análisis periodísticos acerca de la realidad nacional, se alegró de que el país estuviera, al fin, encaminándose en la dirección correcta. Sentía que desde el 10 de diciembre la vida era más benévola, que se respiraba mejor sin tanta crispación enquistada en el poder, que un aire renovador lo embellecía todo. Bueno, todo no. Porque al llegar a la zona de bancos, se topó con la larga cola de gente que esperaba cobrar planes sociales y se deprimió. Tan grande fue el contraste de aquella visión con su estado de ánimo previo, que se distrajo un segundo y casi se lleva puesta a una mujer que cruzaba la calle buscando su lugar en la cola.
Clavó el freno y bajó furioso el vidrio.
 
  -¿Pero qué hacés, negra de mierda? –le gritó. –¡Correte y andá a laburar, la puta que te parió!

    Sin que su rostro aindiado denotara el susto que acababa de pasar, la mujer se acercó a la ventanilla, se inclinó hacia Quique y, con una parsimonia ancestral, le susurró:

-Hijo de puta, ojalá en la próxima vida Diosito te haga negro, así aprendés lo que es la discriminación.

    Quique Rinaldi profirió un par de insultos más, continuó su andar y no volvió a pensar en el episodio. Tenía otros asuntos más urgentes de los cuales ocuparse. Debía, por ejemplo, acordar con el contador la estrategia más conveniente para mantener lejos del alcance de la AFIP los dólares blue que había comprado a lo largo del 2015. Debía, además, resolver con el abogado de la empresa cómo patear para adelante la indemnización de Zárate y Velázquez, los dos albañiles accidentados por la caída del andamio en la obra del hotel, que él dirigía.

   Trabajó durante horas con la intensidad acostumbrada. Al anochecer, cuando estaba por salir de su oficina, escuchó el ruido amenazante de unos truenos. Recordó que a Casares se le había quemado el módem en la última tormenta y  decidió desconectarlo por las dudas. Justo cuando estaba agarrando el aparato, estalló un rayo apocalíptico que hizo temblar todo el edificio. Un fogonazo blancuzco lo encegueció, mientras sentía la electricidad ardiéndole en todo el cuerpo. Después, en medio de una oscuridad inexpugnable, se sintió caer, caer, caer como en cámara lenta por una grieta que parecía interminable.

   Una grieta en cuyo final lo aguardaba una existencia pesadillesca.

   Una existencia proletaria, nacional y popular.

                               * * * 

 DOS

    -¡Brian! ¡Néstor! ¡Cristina!

   La voz de aquella madre urgiendo a sus hijos despertó a Quique de un sueño profundo que parecía haber durado semanas. Le dolía la cabeza y sentía el cuerpo como si lo hubiesen apaleado. Volvió a escuchar la voz de la mujer y le extrañó descubrir que no provenía de la calle o de una casa vecina, sino de una habitación cercana. Abrió lentamente los ojos y su mirada se topó con el andar quejoso de un ventilador de techo. No reconoció el lugar. Evidentemente, no estaba en su departamento, pero no recordaba qué había hecho la noche anterior. Por reflejo, se pasó la mano por debajo del boxer y no encontró signo alguno de haber tenido actividad sexual. Movió sus extremidades y no detectó ninguna lesión. ¿Qué hacía allí, entonces? Se incorporó en la cama (advirtió que era de dos plazas) y echó un vistazo somnoliento a la habitación. Verificó no sólo la presencia de humedad crónica en las paredes, sino también una decoración oscilante entre lo precario y el mal gusto. Dejó caer de nuevo la cabeza sobre la almohada. Se preguntó asustado si no estaría sufriendo de amnesia pero descartó la idea por completo apenas comprobó que podía recitar sin problemas la formación de San Lorenzo. Sin embargo, algo andaba mal: un agujero inexplicable borroneaba las últimas horas de su biografía. Descubrió que en la mesita de luz que estaba de su lado había un celular. Lo tomó pensando que era el suyo, pero lo soltó espantado al comprobar que el fondo de pantalla era una foto de La Yegua sonriendo con los dedos en V. Se levantó sin hacer ruido (la mujer desconocida seguía arengando a sus hijos en la habitación contigua) y fue hacia la ventana en busca de alguna pista. Espió por entre las hendijas de la persiana y el panorama que encontró lo dejó perplejo.

   “¡Un Fonavi!”, pensó. “¡Estoy en un Fonavi!”.

   -¿Qué hacés? ¿Estás mirando a ver si llueve?- lo sobresaltó una voz a sus espaldas

   Sorprendido, giró la cabeza y se quedó paralizado al ver a la mujer semidesnuda que lo interpelaba.

 
CONTINUARÁ

 

17 comentarios:

  1. vaticino masivas puteadas de los dos bandos caricaturizados, pero buena suerte

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    1. Me alegro. Los martes y jueves (eso sí, a hora incierta) tendrás más. Gracias.

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  3. Se va a profundizar la grieta...te veo venir así que me voy, cantando bajito.... pero cómo te quiero flaco, escribís como los dioses,

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    1. Menos mal que me ves venir. Yo tengo miedo de que alguno no entienda la ironía y me denuncie al INADI, jaja. ¡Aguantá hasta el capítulo 3, que está buenísimo!

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  4. Confirmado: Tu imaginación no tiene límites....para deleite nuestro!.
    No veo la hora de que llegue el cap 3.
    Maravillosa idea la de escribir sobre nuestros dolores y estoy segura de que será muy "sanadora" para muchos.
    No te canses nunca Alfredo...SOS UNICO.

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  5. Excelente lo tuyo. No tengo leído nada tuyo antes, así que es doble grata sorpresa. Espero ansioso el siguiente. Gracias!

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    1. Gracias a vos. Hay varios textos míos en Internet. Si te interesa, los tenés disponibles a sólo un clic de distancia.

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  6. Me entusiasma. Lo voy a esperar como al programa de Marce. ¿Cómo que quien es?

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    1. Trataré de no publicar los capítulos a la hora del programa de Marce, para no forzarte a tener que elegir entre él y yo.

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  7. Imaginación y narrativa. Me encantó. Seguro temas no faltarán pués son los que a diario nos acechan e intentan socavar derechos adquiridos como el de la vida en paz y con salud. ADELANTE.

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  8. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  9. Fantástico! Atento a cómo sigue está historia de ahora en adelante. Felicitaciones!

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  10. Fantástico! Atento a cómo sigue está historia de ahora en adelante. Felicitaciones!

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