Desde la habitación contigua llegó la
banda sonora de una pelea entre hermanos y la morocha resopló con fastidio.
-¡Néstor, dejala tranquila a tu
hermana! –gritó, y salió presurosa a poner orden, no sin antes decirle a
Quique; “Ocupá el baño, si querés; yo ya terniné”.
Abrumado por una confusión inédita en
su vida, Quique demoró casi un minuto en reaccionar. Salió del dormitorio con
paso titubeante, como si caminara a ciegas por un sendero desconocido. Amparado
en la penumbra del antebaño, paseó la vista por la cocina-comedor donde la
mujer intentaba lograr que sus hijos desayunaran rápido y en paz. Vio el
retrato de Evita colgado en la
pared. Vio una foto en la que un Néstor Kirchner sonriente
posaba rodeado de un grupo de personas, una de las cuales parecía ser la
morocha varios años más joven. Vio, también, alrededor de la mesa, a un niño y
una niña de piel oscura y a un adolescente larguirucho que tenía puesta una
gorrita con visera. “Ah, bueeno”, pensó Quique, aterrado, “una mina peronista,
un pibe chorro y dos guachos escapados de un afiche de Cáritas. ¿Qué estoy
haciendo yo acá?”.
Sin saber muy bien por qué, se
apresuró a meterse en el baño y cerró la puerta, como si ese recurso infantil bastase
para mantenerlo a salvo del caos que parecía haberse viralizado por los
alrededores. Fue en vano. No pudo reprimir un grito cuando, al encender la luz,
descubrió a ese negro impresentable, parecido a Carlitos Tevez, que lo miraba
horrorizado desde el espejo.
AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH ja ja ja ja el Karma, es ineludible, juáaaaa
ResponderEliminarBue-ni-si-mo!!!!!!!!!!!!! Queremos más!!!!!
ResponderEliminarHabrá más durante varias semanas. Gracias.
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